6 de noviembre de 2011

Ven y sígueme

El camino de la vida está hecho de decisiones. Cada decisión conlleva un riesgo y trae implícito una recompensa. Recompensa tomada como retribución justa por la decisión tomada. Cada persona valora sus decisiones dentro de un marco de relación riesgo – recompensa. No obstante, en muchas ocasiones no llevan a las personas a un buen final pues si el fundamento no ha sido el correcto, lo que se construya encima terminará por hacer colapsar la edificación. En otras ocasiones se han tomado decisiones correctas pero tampoco llegan a buen término. Esto se da porque sólo una decisión es buena en toda la vida.

Un día, un joven se acercó a Jesús y le dijo: Maestro bueno ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? No era un joven común. Era un joven con mucho dinero, probablemente de buena familia y sin necesidades. Pero, por encima de todo, era alguien interesado en tomar buenas decisiones, un joven que pensaba y buscaba el buen final. Por eso se acercó a quien puede dar respuestas correctas. He aquí, una buena decisión.

Jesús primero le aclara lo que es bueno a él y a todos lo que escuchan, y le dice: Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Porque todos nos podemos equivocar. Porque lo que me parece bueno no necesariamente es bueno. En nombre de la bondad suelen cometerse atrocidades y eso lo sabemos todos. Jesús luego le dice: Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Este joven no ignoraba cuales eran los mandamientos, pero aún así pregunta: ¿Cuáles? Y Jesús le responde: No matarás, no adulterarás, no hurtarás, no mentirás, honrarás a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven contesta: todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?

Este joven rico nos representa. ¿Qué más me falta? es la pregunta que toda persona se ha hecho alguna vez. Así tenga dinero, tenga éxito, amor, familia, amigos; Toda persona sabe que necesita algo más. Esta pregunta llega en la noche, en la mañana, en el trabajo y en cualquier lugar. Porque todos sabemos que no estamos completos. Esta pregunta se la ha hecho el criminal, pero también la ha hecho el benefactor. Esta pregunta surge porque en cada persona tiene un rastro de la eternidad en sí mismo, una parte del poder de Dios depositada en cada uno. Cada individuo anhela volver a quien es su verdadero Padre.

Jesús conocía muy bien al joven y sabía que cumplía con la Ley, pero no basta con cumplirla. Jesús contesta: si quieres ser perfecto anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme. Jesús le pide al joven que decida. Todos tenemos ese anhelo de ser perfectos pero si queremos ser perfecto tenemos que hacer algo. Todo empieza con una decisión. El joven se marcha triste y esa es la peor decisión que pudo tomar. Porque determinaría su vida. Ven y sígueme es un llamado de Jesús.

Cuando una persona pregunta ¿Qué más me falta? Dios siempre le va a decir: Ven y sígueme. Porque así nos llama, así llegamos todos, y porque es la mejor decisión que se puede tomar en la vida.