Hasta el cansancio bebió de aquello que tuvo en abundancia. . . sed. . . La llevó a todas partes, y fue su compañera más fiel… La conoció hace muchos años. Cuando niño la sintió por primera vez… pidió a viva voz un poco de agua, pero le fue negada… quien podría dar de beber de aquello que no tenía? Quien puede volar si no hay cielo? Tan absurda era su petición que le llamaban loco, demente, alienado, lunático… si… esa era también la mejor definición de si mismo…
Creció, y con la alianza del tiempo, fue más soportable su necesidad, se acostumbró como lo hacen todos… un día no era más que un número, y una persona una estadística, la lluvia solo era agua precipitada, y el viento un capricho de la atmosfera… la noche era el alter ego del día.
Hasta que por fin vio una fuente… ¿La única fuente existente? ¿Era coincidencia? Si la vida estaba llena de millones de instantes, minutos, horas, días y años… ¿Cómo era posible que el instante de aquella fuente celestial coincidiera con él? … sin dudarlo, la buscó, no podía perderla, y aquella fuente preciada, lo evadía una y otra vez…
Ahora, con la piel curtida, conocía que la sed era necesaria para poder saciarla… pues sin sed ¿Qué podría saciar? Cerró sus ojos y soñó con esa fuente… no de agua sino de luz… la misma luz que le dio de beber. Ahora un último vistazo a esos ojos claros que le acompañaron por años, hoy le llevaron a exhalar su espíritu. . . ojos de mar, ojos de cielo. . . ojos que su sed saciaron.
Me encanta saber que la luz llega a traves de los ojos... es curioso, pero tan cierto.
ResponderEliminarEs excelente, gracias por compartir un pedacito de tu alma con todos, en tus letras!