30 de septiembre de 2010

Lápiz

Multitudes incontables. Sólo se estima cuantos viven actualmente y aún se desconoce con precisión cuantos han marchado. Jóvenes y adultos por igual circulan en esta inerte esfera. Agudos, torpes, robustos, esbeltos, delicados, ásperos, austeros, imprudentes… La lista no termina…

Sólo el corazón les separa de su copia. Porque en lo demás son exactos. Como broma genial y, en ocasiones, trágica, fueron hechos metáfora viviente del objeto que los define sobre los demás seres: un lápiz.

Si el lápiz escribe en un papel, ellos escriben en el alma. Ahora bien, es menester descubrir quien dispone de su ser.

24 de septiembre de 2010

Absoluto

Acabo de llegar del museo y, si me preguntan, creo que lo que allí se almacena es una verdad constante acerca de nuestro existir. No somos para el tiempo más que un trasto viejo. Desechable. Vivimos consumidos por todo lo que nos rodea. Es notorio como se le da valor a lo obsoleto, a lo vetusto y grotesco. Estatuas, papiros, trapos, marañacos, figuras, todas feas, pero de “valor” altísimo. Bueno, admito que algunas obras de arte son admirables, pero considero que están extremadamente sobrevaluadas.

No obstante vivimos presos del cambio en un inmutable andar. Lo antiguo nos parece anticuado y lo desplazamos rápidamente para sumergirnos en lo moderno, lo “in”, lo Cool… y queremos ir aún más lejos: Postmodernismo. ¿Si lo moderno es lo actual, cómo es posible estar en lo postmoderno? Es igual que cuando se le da la bienvenida al año siguiente cuando aún estamos en el año actual a menos que le des la bienvenida a un familiar que aún no empaca las maletas para ir de visita a tu casa.

Ahora veo que el joven se avergüenza de sus padres y maldice su fortuna por no tener los últimos zapatos. El niño que disfrutaba pateando un balón ahora quiere ser un soldado virtual. Aquel que rechaza un plato de arroz por un plato de salmón rosada con salsa blanca por demás costoso; y de manera inconsciente todos se aferran a un estado de inercia incambiable que llamamos cambio o moda. Si, tienes razón. Es absurdo.

Lo anticuado pierde valor para nosotros, pero lo muy antiguo vale demasiado. Vaya forma de ver la vida, que ironía! Dijo Einstein “todo es relativo”, pero yo prefiero lo total, lo completo, lo terminante, lo decisivo y categórico. Porque lo que proviene del hombre es relativo, pero lo que proviene de Dios es absoluto.

Despedida

¿Qué hay en común entre el día con su noche y la noche con su día?
¿Entre el río y la montaña, y entre la flor y una rama?
¿Qué hay en cada instante en esta vida? ¿Que hay entre el futuro y el pasado?
Hay una constante, que nos recuerda que nada nos pertenece…

Despojados inmediatamente de todo lo que nos rodea, somos una masa errante de cadáveres. Nuestro cabello y piel se desprenden en cantidades incalculables a cada instante, de la misma forma que nuestro aliento, nuestras palabras y miradas... Los sueños son abandonados cada día y reemplazados por una aspiración mayor o por simple conformismo. Cada día es una fecha más en una pila mortuoria.

Habituados, curtidos y agobiados de esta práctica congénita, resultado de nuestra singular innovación, somos victimas y victimarios a un nivel mayor pero a la vez ínfimo: Al nivel humano. Es una ruptura violenta cuando nos llega y somos conscientes de ella. Vulnera nuestra vida y evidencia nuestra fragilidad. Mientras el mundo ofrece este tormento en exagerada proporción deleitándose en este execrable padecer, el Señor desafió su inercia.

En lugar de despedidas, trajo consigo una noble bienvenida.

Trabajo

Andrés odiaba el trabajo y se le antojaba por demás injusto. Pues, en resumidas cuentas, es una operación retribuida que otra persona podría hacer, lo cual hacía de él un individuo reemplazable y común. Una mancha más en la camisa, otro par de guantes gastados, un balón adicional.

-Si se mira el trabajo como una dificultad e impedimento, es un milagro que una persona sea feliz – Dijo su jefe Don Julio -.

-¿Pero no es acaso el trabajo una acción con el ánimo de recibir algo a cambio? -En efecto así es.

-¿Y otra persona es capaz de hacer mi trabajo? –Sin lugar a duda.
-Entonces soy reemplazable naturalmente. – De ninguna manera.
- ¿Porqué?

Andrés, el trabajo es la obra de una actividad humana, la retribución de este trabajo la valoras tú. Si es económica, tu felicidad será directamente proporcional al dinero recibido. Si es social, estará ligada al reconocimiento ajeno. Si es personal, la felicidad la determinarán tus sueños y tus metas.

La vida esta hecha con y para el trabajo, pero a todo le ponemos precio. No obstante, cuando respiras trabajas, cuando duermes trabajas, cuando amas trabajas. Hoy trabajaste al despertar, al tomar una ducha, al desayunar, al tomar el bus, sigues trabajando y seguirás haciéndolo toda tu vida. Por eso eres irremplazable.

Curiosamente nadie le pone precio al aire, al día o la noche, a las estrellas, a una nube, No puedes comprar la lluvia. De la misma forma una caricia genuina, la ternura, el amor de verdad no tienen valor, porque todas son gratuitas, todas son por gracia del Creador y son también la más justa retribución.

12 de septiembre de 2010

Gracias

Gracias da la tierra,
Cuando el sol domina al cielo
Donde estoy aquí en el suelo
Tú, mi estrella estás muy lejos,

Gracias doy por tu brillar
En la eterna oscuridad
Alzo la vista y bien erguido
Quiero incluso acariciar
Un recuerdo y un olvido

Veo el amplio firmamento
Noche negra interminable,
Más, brillas siempre en la frontera
Estrella tierna y temblorosa
Estrella dulce y pasajera

Gracias doy porque al mirarte
Pienso menos en el polvo
Que mi piel ha recubierto
Y busco arriba tu sonrisa.

Gracias Padre porque ves
Y conoces la verdad
Que se esconde tras la piel
De todos los corazones