24 de septiembre de 2010

Trabajo

Andrés odiaba el trabajo y se le antojaba por demás injusto. Pues, en resumidas cuentas, es una operación retribuida que otra persona podría hacer, lo cual hacía de él un individuo reemplazable y común. Una mancha más en la camisa, otro par de guantes gastados, un balón adicional.

-Si se mira el trabajo como una dificultad e impedimento, es un milagro que una persona sea feliz – Dijo su jefe Don Julio -.

-¿Pero no es acaso el trabajo una acción con el ánimo de recibir algo a cambio? -En efecto así es.

-¿Y otra persona es capaz de hacer mi trabajo? –Sin lugar a duda.
-Entonces soy reemplazable naturalmente. – De ninguna manera.
- ¿Porqué?

Andrés, el trabajo es la obra de una actividad humana, la retribución de este trabajo la valoras tú. Si es económica, tu felicidad será directamente proporcional al dinero recibido. Si es social, estará ligada al reconocimiento ajeno. Si es personal, la felicidad la determinarán tus sueños y tus metas.

La vida esta hecha con y para el trabajo, pero a todo le ponemos precio. No obstante, cuando respiras trabajas, cuando duermes trabajas, cuando amas trabajas. Hoy trabajaste al despertar, al tomar una ducha, al desayunar, al tomar el bus, sigues trabajando y seguirás haciéndolo toda tu vida. Por eso eres irremplazable.

Curiosamente nadie le pone precio al aire, al día o la noche, a las estrellas, a una nube, No puedes comprar la lluvia. De la misma forma una caricia genuina, la ternura, el amor de verdad no tienen valor, porque todas son gratuitas, todas son por gracia del Creador y son también la más justa retribución.

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