Algunas cosas atemorizan bastante pero también alientan el espíritu. Hay algunas personas que viven del miedo y otras de la adrenalina. Algunas sólo gustan de ver pasar el tiempo y se alegran y entristecen por las experiencias ajenas. Hay ocasiones que te recuerdan el dolor, pero hay otras que te ahogan de alegría. Así es mi puente.
El río siempre me atemoriza, pero me alienta poder cruzarlo…desde el pequeño puente veo lo que dejé y también lo que busco, veo a quienes cruzaron y a quienes se quedan. Incluso puedo percibir que algunos se han arrojado desde allí. Personalmente me agrada el puente… porque es la amalgama de lo que ha pasado, de lo que pasa y de lo que pasará. Así debe ser el Señor.
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