Querido Pablo (el más pequeño de los apóstoles según tu propia presunción) he elegido tus palabras sobre los escritores regulares porque son sabiduría de Dios y no de hombres que se conforman a estos tiempos. Palabras que no necesitan ser desproporcionadas, enaltecidas y/o exaltadas en ninguna manera porque sé que la inspiración que te llevó a escribirlas es divina, porque instruyen y buscan el perfeccionamiento en lugar del egoísmo y la vanidad, porque dan esperanza en las cosas del cielo en lugar de las de la tierra, contrario a los que profesando ser sabios, se hacen necios. Porque la esperanza que se ve, no es esperanza; pues lo que alguno ve ¿Para qué esperarlo? Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. De forma similar el incrédulo Voltaire afirmó: “Sabido es que la fe consiste en comprender lo que la razón no puede creer”.
Gracias Pablo, porque tus palabras y tus actos nos previenen de no ser engañados por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres que en lugar de construir, destruyen, enemistan y degradan. Para Darwin el hombre era un orangután con traje, para Marx el hombre era un estómago para llenar, para Freud el amor era un vulgar impulso sexual. Para la nueva era el hombre es un cerebro. Llevando toda idea a lo relativo que para nada sirve y para nada guía, porque todo es válido según la opinión propia. Sin embargo tus palabras nos enseñan que todo nos es lícito, pero no todo conviene, porque no todo edifica, por eso todo debe ser examinado reteniendo lo bueno y desechando lo malo. Venciendo con el bien el mal, bendiciendo en lugar de maldecir, porque el que maldice pelea como golpeando el aire. Dijo Rousseau: Todo espíritu malvado rechaza lo que no alcanza. De esta forma Rosenberg te llamó perverso rabino y Nietzsche te tildó de morboso chiflado. No obstante tus palabras siguen siendo actuales mientras las de ellos paulatinamente caen en el olvido.
Gracias a tus palabras Pablo, servidor del Dios viviente, quiero no cansarme de hacer el bien, y todo lo que haga quiero hacerlo de corazón como para el Señor y no para los hombres, quiero velar y ser sobrio, contentarme cualquiera que sea la situación, dar gracias en todo, airarme pero no pecar y no estar afanoso, porque nada he traído a este mundo, y sin duda nada podré sacar. Para que cuando se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios; nuestro espíritu de poder, de amor y de dominio propio deseche la mentira y hable la verdad. Pues quiero que mi vivir sea también Cristo y el morir sea ganancia sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, prueba, y la prueba esperanza; y la esperanza no avergüenza.
Si bien agradezco al Señor la enseñanza que tus palabras contienen, inevitable es sentir compasión y tristeza por las almas perdidas, porque el que siega escasamente, segará escasamente. Porque el que creyendo ser algo, no siendo nada, a si mismo se engaña; y aún más cuando aparta de la verdad los oídos y se vuelve a las fábulas porque Dios no puede ser burlado y a su tiempo, su pie resbalará. El azar no existe; Y definitivamente Dios no juega a los dados. (Einstein).
Gracias Camilo, tu profundidad y sabiduría nos enseña a entender que hay alguien que lucha a nuestro favor. Dios te bendiga campeón
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